Cómo surgen
Los Centros Internacionales se inspiran en la intuición profética del Beato Juan Bautista Scalabrini, J.B.S.,quien con los ojos de la fe supo entrever en el camino de muchos migrantes un anticipo del futuro: a través del encuentro no siempre fácil entre las culturas y las mentalidades, se va preparando un mundo nuevo, donde personas y pueblos se descubren entre ellos pertenecientes a la única familia de la humanidad.
En nuestra vida de Misioneras Seculares Scalabrinianas, M.S.S., mientras caminamos, migrantes con los migrantes, hacemos la experiencia de una pertenencia que no conoce fronteras. Por eso, sentimos la urgencia de compartir con todos los que encontramos –especialmente migrantes y jóvenes– la alegría de que es posible vivir nuevas relaciones en la acogida y en la comunión entre las diversidades.
Laboratorio de relaciones
Así nacieron los Centros Internacionales: el primero en Stuttgart (Alemania) en 1982 y después en Solothurn (Suiza), en Milán (Italia), en São Paulo (Brasil), en la Ciudad de México (México). El Centro de Espiritualidad, con el cual hemos colaborado desde sus inicios, surgió por iniciativa de la Diócesis de Stuttgart y de la Congregación de los Misioneros Scalabrinianos.
Los Centros Internacionales no son una obra ni un conjunto de actividades, sino nuestra misma casa, allí vivimos nosotras misioneras. Estrechamente afianzados a la concreteza de nuestro cotidiano, los Centros de formación son también laboratorios de relaciones que nos interpelan antes que todo a nosotras misioneras y que se extienden depués a quien desea abrirse a esta experiencia, especialmente a los jóvenes.
Juntos aprendemos a escuchar y a valorar voces de otras culturas, mentalidades y religiones, a descubrirnos todos en camino en búsqueda de la identidad más profunda de hijos de Dios. Aprendemos a reconocer y a aceptar al otro, al extranjero, como un misterio precioso que nos abre a una acogida y a un amor, siempre más gratuito, hacia todos, a la acogida de Dios que se presenta como extranjero en nuestra vida e historia: “Era extranjero y tú me recibiste” (Mt 25,35).