CAMMInar juntos
El CAMMI (Centro de Apoyo Marista al Migrante) es un proyecto de la Universidad Marista de Querétaro y de la Provincia Marista de México Central que, desde 2014, atiende a personas en movilidad: hasta el 2019 en formato de centro de día y desde 2020 también como albergue que recibe a familias refugiadas y desplazadas forzadas internas previa canalización de ACNUR, del Centro de Asesoría Jurídica del CAMMI (CAJ) o de otras organizaciones. Felicina, misionera secular scalabriniana, colabora con el CAMMI desde 2017 y coordina el Acompañamiento a Voluntariado y servicio social desde el 2019.
“¡Son alegres! Y la alegría es contagiosa”. Así me comentaba hace unas semanas un padre de familia, migrante de Honduras, con respecto a las voluntarias de tiempo completo del CAMMI. Y no es la primera vez que el voluntariado de tiempo completo gana las cinco estrellas.
De hecho, este tipo de voluntariado que involucra por uno, tres o seis hasta diez meses a jóvenes desde los 18 años prevé que ellas y ellos vivan en las instalaciones mismas de CAMMI y apoyen seis días a la semana en el turno matutino o vespertino principalmente en colaboración con el Área de Atención Humanitaria (preparación de alimentos, actividades con niños y adultos, apoyo en la limpieza de las instalaciones, manejo de los blancos). Así que se trata de un compromiso exigente que despierta admiración tanto entre las personas migrantes en acompañamiento en CAMMI como en el equipo. Al mismo tiempo el voluntariado de tiempo completo ofrece a las y los jóvenes que se involucran una gran oportunidad de compartición diaria con personas migrantes y también de trabajo en equipo y crecimiento personal. En una CAMMI-palabra se trata de CAMMInar juntos.
Por cierto, cada uno de los dieciocho voluntarios y voluntarias de tiempo completo con los que he trabajado desde 2020 hasta la fecha ha caminado mucho durante su voluntariado, humanamente no meno que físicamente. Y yo con ellos. Cada día y cada generación ha estado llena de desafíos y de dones inesperados. Por supuesto, el día a día en una casa del migrante que apenas está moviendo sus primeros pasos requiere de mucha dedicación y creatividad, así como de perseverancia y los voluntarios de tiempo completo que he tenido el honor de acompañar nunca se han echado para atrás. Un testimonio que me marca y me anima. Un testimonio que ha llegado al corazón de las personas migrantes que los han conocidos y ha contribuido a hacerles recobrar esperanza y confianza en el género humano después de varias experiencias a veces muy desilusionantes.
Desde jugar al aire libre corriendo al ritmo de los niños más energéticos hasta esperar con una mamá un camión antes de las 7 de la mañana; desde aprender a cocinar para diez o treinta personas hasta desarrollar un método amigable para enseñar las tablas; desde despertarse en la noche para medir la presión de una señora enferma hasta reorganizar toda la ropa o aprender a limpiar espacios y cuidar a bebés: todo ha sido parte del camino y todo ha contribuido a sacar del anonimato a las personas migrantes de quienes a veces se escucha sólo en los noticieros. Después del tiempo del voluntariado hay nacionalidades que por fin coinciden con rostros y recuerdos concretos.
“Antes de empezar” -como comenta Mony en el Informe de Voluntariado y Servicio Social CAMMI (2021-2022)- “… sentía miedo porque en mi mente el tema de migración lo tenía lleno de estereotipos, ya que nunca había estado en algún espacio el cual se tratara de migración y no tenía una idea clara sobre el tipo de personas que iba a conocer estando como voluntaria. Pero al momento en el que llegué a CAMMI vi familia, comunidad, corazones llenos de motivación, sonrisas contagiosas y miradas llenas de historia. Esto hizo que mi perspectiva cambiara por completo…”.
Sin embargo, los encuentros y el servicio no transforman sólo la mirada del voluntariado de tiempo completo. En estos años he visto a varios prestadores de servicio social disfrutar del trabajo que les ha tocado y dejarse llevar a una experiencia de entrega generosa en los detalles. Así me parece que revela por ejemplo el testimonio que Alexia nos regaló para el CAMMI Informe:
“Fui prestadora de Servicio Social, apoyaba en labores de limpieza, cocina, atendía la lavandería, así como apoyaba en cuidar a los niños y también di clases de computación. Personalmente nunca había ayudado e interactuado con personas migrantes y no conocía todo su proceso tanto de llegada, como de ayuda. Me gustó mucho la experiencia ya que puedes darte cuenta de cómo es que con alguna aportación puedes hacer felices a las personas que se encuentran adentro, vi a personas migrantes yéndose con los ojos llorosos dando entender que en CAMMI hacen muy bien su trabajo. Servir a los demás fue una experiencia única, nunca había interactuado tanto tiempo con varias personas, y lo que puedo decir es que el servir es una manera muy bonita de ayudar. Me gustó mucho convivir con los niños, muchos de ellos se llevaron mi corazón”.
Last but not least el voluntariado semanal o que nos apoya para las fechas del Club CAMMI (El Club CAMMI es una iniciativa que pronto va a cumplir un año: una vez al mes reunimos además que a las infancias que estén en CAMMI en ese momento, a las que ya empezaron a rentar en Querétaro con sus familias y a otros niños de familias migrantes y refugiadas para una actividad que dura todo el día y propicia la capacidad de colaborar y descubrir la belleza de las diferentes culturas y proveniencias) no sólo ha sabido integrarse y aportar al proyecto con creatividad y alegría, sino que también me parece ha experimentado la esencia del CAMMInar juntos, como expresan por ejemplo el testimonio de Gus y de Liz en el CAMMI Informe:
“Servir a los demás es una sensación increíble, muy gratificante, salgo siempre muy contento y con energías renovadas. Aprendí que servir y dar a los demás, proporciona una riqueza emocional interior hermosa, es indispensable tener contacto profundo con nuestra humanidad para apreciar realmente lo que tenemos, y más aún lo mucho o poco que tenemos para dar. Me llevo recuerdos muy bonitos, mucho autoconocimiento, desarrollo, comprensión e integración con infancias, además de una perspectiva diferente de la vida”.
“Estar como voluntaria en CAMMI me ha dejado diversos aprendizajes, personalmente me permitió ver que tengo potencial, pero que necesito hacer algo con eso, pues sí, tengo las ganas de hacer algo, pero si no soy proactiva y me quito el miedo no podré lograr más de mí. Tuve la oportunidad de interactuar con las familias que han pasado por el albergue, los adultos y niños en vulnerabilidad que tienen mucho potencial, además de los voluntarios y personal que trabajan en CAMMI los cuales muestran su entrega al servicio y te comparten de su ánimo. Me llevo mucha energía y esperanza, poder ver a los demás voluntarios y personal, me hace saber que son más los que están trabajando para un cambio y me dan ganas de continuar con este trabajo y la esperanza de que se logran grandes cosas”.
Personalmente no me quedaría más que la palabra GRACIAS. Gracias por cada una de las personas migrantes y voluntarias encontradas en estos años como en toda mi vida. ¡Y gracias a Scalabrini! Si no fuera estado por este obispo santo que inspira desde el comienzo los pasos de nuestra comunidad misionera nunca hubiera imaginado ni la riqueza de humanidad que habita también en las migraciones, ni la fuerza que brota de la fe en la cruz. Y sin Scalabrini no creo que jamás hubiera llegado a conocer y amar esta parte de tierra mexicana que es Querétaro.
“Estoy consciente de que las circunstancias que llevaron a cada persona al albergue” -como escribió América, voluntaria de tiempo completo en 2021,- “fueron diferentes y en muchas ocasiones no placenteras, pero a pesar de todo, con el equipo se busca que sea un espacio seguro, donde infancias y adolescencias puedan vivir sus etapas y donde cada quien encuentre un momento de pausa para decidir cómo seguir su camino. Quizá el mensaje más fuerte que se quiso dar fue el de “no estás solo”. Hay personas interesadas en ti y en ayudarte en los trayectos que permitan caminar en compañía”.
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